El Laurel: hojas de salud
Lo usamos para cocinar, sobre todo para reforzar los sabores y condimentar. Lo solemos incluir en guisos, platos de verduras, caldos, escabeches, recetas de pescados y mariscos, adobos, etc. Sin embargo la gran mayoría, hacíamos todo eso sin saber que además de resaltar nuestros preparados, el laurel hace bien.
Las hojas de laurel, que provienen del árbol denominado “laurel común” (perteneciente a la familia de las Lauráceas), contienen un aceite esencial cuyos principales componentes son el cineol y el eugenol. Dos componentes que le confieren propiedades carminativas –es decir que reducen los gases- y hepatoprotectoras.
Además contiene diversos ácidos orgánicos, minerales (como el manganeso, el calcio, el potasio y el magnesio), ácidos grasos insaturados, y otras sustancias con acción antioxidante y bactericida.
¿Quién lo iba a pensar?, El laurel es muy bueno, y es verdad. Es bueno para el sistema digestivo (estimula el apetito, las secreciones digestivas y los movimientos intestinales; facilita la digestión, mejora y previene la acidez estomacal y los espasmos intestinales), para el sistema respiratorio (favorece la expulsión de las mucosidades de las vías respiratorias y tiene acciones bactericidas, por lo que resulta muy adecuado en caso de bronquitis, faringitis, etc); para el sistema circulatorio (contiene ácidos grasos insaturados, como el oleico y el linoleico que poseen acciones beneficiosas contribuyendo a reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares)
¡Y no solo eso! Aunque el beneficio más destacable del laurel es a nivel del sistema digestivo, sus beneficios son aún más amplios: tiene una ligera acción antiflamatoria, ayuda a regular la menstruación de la mujer y es diurético.
¿Qué más se le puede pedir a una hijita verde?
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