Es harto conocido el hecho de que si en una familia fuma un integrante, el resto de los miembros se ven afectados en gran medida por los efectos negativos del cigarrillo. Entre ellos se cuentan enfermedades pulmonares, problemas circulatorios, riesgos de cáncer entre una larga lista, a la cual ahora se agrega la demencia.
Una investigación llevada a cabo en Inglaterra y Estados Unidos emprendido por la Universidad de Cambridge y otras instituciones que ha sido publicado en el British Medical Journal aporta evidencia de ello.
Llevando a cabo un conjunto de pruebas que medían el desarrollo cognitivo de personas afectadas de segunda mano por el tabaquismo, demostró que el deterioro mental es un problema causado directamente por el humo de tabaco en fumadores pasivos debido a sus riesgos cardiovasculares y cerebrovasculares, ambos asociados a la demencia.
“Nuestros resultados sugieren que inhalar el humo generado por otras personas dañaría el cerebro, perjudicaría las funciones cognitivas como la memoria y volvería más probable a la demencia”, recalca David Llewllyn, investigador británico que estuvo al frente del estudio.
El riesgo de verse afectado al ser fumador pasivo sigue aumentando en tamaño y longitud. La responsabilidad de volverse fumador no es algo que lo competa únicamente a uno, sino que también a quienes nos rodean.
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