Actualmente uno de cada tres niños norteamericanos es obeso o tiene sobrepeso. Si bien éstos son datos de un país en particular, es una realidad que la obesidad infantil es cada vez más común en cualquier parte del globo.
Ésta como tantas otras situaciones se podría evitar con un poco de información, porque pocas son las personas que saben que la obesidad si se puede prevenir. De hecho es mucho más fácil prevenirla que tratarla.
El riesgo de que un niño se vuelva obeso comienza incluso desde antes de nacer, estableciendo algunos parámetros que se van a repetir durante la infancia y que probablemente conduzcan al sobrepeso.
Casi la mitad de las mujeres norteamericanas que están viviendo un embarazo tienen sobrepeso o son obesas, esto aumenta las posibilidades de que su bebé nazca o muy pequeño o muy grande, lo que tiene influencia en el desarrollo de la obesidad del niño.
Por otra parte la cantidad de peso que la madre gane durante el embarazo influye en el peso que el niño tendrá más adelante.
Según un estudio de la Universidad de Pensilvania, las posibilidades de tener sobrepeso a la edad de 7 años fueron un 48% más altas en aquellos hijos de mamás que habían ganado más kilos de los recomendados durante su embarazo.
Es decir, el peso de la madre, antes y durante el embarazo, tiene influencia directa en el peso que va a tener el niño durante su vida.
Un buen consejo es saber aprovechar los primeros años del bebé y estar atentos a la cantidad de peso que gana el niño año a año, y ver si coincide el peso de tu hijo con las cifras recomendadas. Ésta es una forma de prevenir que el niño más tarde sea un adulto obeso.
Durante los primeros años de vida y durante los embarazos, los niños y las madres visitan al médico con gran regularidad, por lo que ésta es una excelente oportunidad para que se estudie y controle el peso de tu hijo.
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