La química de adelgazar


Comer es una función cerebral compleja que abarca aspectos químicos, fisiológicos, psicológicos, emocionales, culturales y educacionales. Cualquier dieta hipocalórica estándar limita el acto de alimentarse en muchos de estos aspectos no sólo a nivel cuantitativo, sino también cualitativo.



Rompe con los hábitos arraigados en las entrañas de una persona, la pone al límite de su voluntad.

Por eso, hay que aprender a adelgazar de forma individual, contemplando una nueva forma de comer sana y equilibrada, que sirva de herramienta saludable a lo largo de los años. Un paso básico es recibir los consejos exactos y adecuados porque la palabrería en esto, como en nada, no funciona.

Comer bien adelgaza y comer mal engorda. Pero la clave reside en adelgazar sin renunciar al placer de platos favoritos y sabrosos que puedan compartirse con el resto de comensales, sin tener que estar a dieta la mitad de la vida.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) es sabia al respecto. Indica que lo mejor es perder grasa corporal y exceso de líquidos en forma paulatina: de una a dos libras por semana.

Pero cuidado, consumir menos calorías diarias no es una meta en sí misma. La energía proveniente de los alimentos debe distribuirse en cuatro o cinco ingestas diarias para mantener a raya a la glucemia e impedir que el exceso de glucosa se transforme en grasas no deseadas.

Además, es fundamental comer lentamente, hábito que mejora la digestibilidad de los alimentos; hace comer menos, ya que da tiempo a que aparezca la sensación de saciedad en el cerebro; y permite conseguir el beneficio psicológico de un acto que además de estar relacionado con la supervivencia, debe disfrutarse.

Toda pérdida de peso corporal debe sustentarse en tres puntos básicos: alimentación equilibrada y baja en calorías, ejercicio físico constante y una relación saludable con la comida. La pregunta a qué comer cada día no tiene que representar un problema. Lo básico es seguir unas pautas dietéticas coherentes que aseguren un aporte nutricional suficiente. Estas normas alimenticias no deberían ser muy distintas a las que naturalmente sigues para organizar la comida en tu hogar.

Comenzar los almuerzos y las cenas con un caldo de verduras o un vaso de agua ayuda a ocupar espacio en el estómago sin reportar calorías, de manera que habrá menos sitio para el resto de alimentos. Así aparecerá antes la sensación de saciedad.

Y no creas que para que tu dieta sea correcta debes eliminar de raíz algunos alimentos. Por el contrario, el almuerzo y la cena deberían incluir al menos, un alimento rico en hidratos de carbono (patatas, legumbres, pasta, arroz o pan), otro rico en proteínas (carnes, pescados o huevos) y una verdura o una ensalada para aportar fibra al organismo, además de vitaminas y minerales indispensables para el buen funcionamiento orgánico.

Por supuesto, las frutas serán siempre las aliadas número uno de tu dieta.

fuente: midieta.com

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