10 mitos a la hora de dormir
A veces no pegamos un ojo en toda la noche y no entendemos por qué. ¿Cómo no puedo dormirme si no he parado de hacer cosas en todo el día? Es una de las preguntas que pasa por nuestra mente mientras tenemos la cabeza en la almohada, inquietos porque no podemos dormirnos. La respuesta es que quizás algunos hábitos que crees te ayudarán a dormir en realidad hacen todo lo contrario. Desenmascara los siguientes 10 mitos a la hora de dormir y logra tener dulces sueños.
Debemos dormir hasta muy tarde los fines de semana para poner nuestro sueño al día. Si bien todos llegamos cansadísimos al viernes y aprovechamos para dormir todo aquello que no hemos podido, esta costumbre trastoca tu horario de sueño durante la semana. Procura dormir 7 horas al día todos los días para no llegar exhaustos al fin de semana rogando por llegar a nuestra cama.
Hacer ejercicio en la noche nos cansa y por tanto nos dormimos más rápido. Uno de los beneficios de la actividad física es, justamente, que nos ayuda a descansar mejor. Pero trata de terminar tu sesión de ejercicios al menos tres horas antes de acostarte: es más fácil dormirse cuando el cuerpo está frío. Si te ejercitas y enseguida te acuestas, tu cuerpo todavía está caliente y demorará en lograr sus dulces sueños.
Las personas mayores necesitan menos horas de sueño. En realidad, los abuelos necesitan dormir tantas horas como los jóvenes: de 7 a 9 horas por día. Lo que sí es diferente en los adultos mayores es que se duermen con más facilidad durante el día mediante pequeñas siestas.
El sueño es necesario para que el cerebro descanse. Todo lo contrario: cuando dormimos, es el cuerpo el que descansa. Nuestro cerebro siempre continúa trabajando y hace posible, por ejemplo, que respiremos.
Si te despiertas en medio de la noche, lo mejor es permanecer quieto y tratar de volver a dormir. Es cierto, pero si ya han pasado 15 minutos y todavía no te has vuelto a dormir, entonces levántate porque es una pérdida de tiempo: cuanto más deseas dormir, menos lo logras. Levántate, bebe un vaso de agua, escucha música y ahí sí intenta volver a acostarte.
Es bueno pasar un rato en nuestra habitación antes de ir a dormir. En realidad es todo lo contrario. Si tu dormitorio también es el lugar donde trabajas y miras televisión, estarás más disperso. Trata de usar tu cama solamente para dormir.
El sexo a la noche nos deja despabilados e inquietos. Todo lo contrario. Durante las relaciones sexuales se liberan hormonas endorfinas, que nos hacen sentir mejor con nosotros mismos, más serenos, con menos estrés y por tanto se nos hace mucho más fácil quedarnos dormidos.
Taparnos con acolchados gruesos nos hace dormir más rápido. La verdad es que nuestro cuerpo concilia mejor el sueño cuando está más frío así que no te tapes demasiado.
Los ronquidos son inofensivos. No tienen por qué ser peligrosos, pero a veces pueden ser el síntoma de algún trastorno, como la apnea del sueño. Si roncas demasiado a la noche consulta a tu médico.
Un vaso de vino te ayuda a dormir más rápido. Beber alcohol da sueño pero si nos excedemos tendremos un sueño fragmentado y despertaremos durante la noche.
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